domingo, enero 27, 2008

Holocaustos

Hoy es el Día Internacional de Conmemoración anual de las víctimas del Holocausto. El 1º de noviembre de 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 60/7 en la que aprobó la fecha del 27 de enero para tal recordación. Ese día, en 1945, el ejército soviético liberó el mayor campo de exterminio nazi, en Auschwitz-Birkenau (Polonia).

Tras la aprobación de la resolución, el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, describió este día como "un importante recordatorio de las enseñanzas universales del Holocausto, atrocidad sin igual que no podemos simplemente relegar al pasado y olvidar". Precisamente, fueron los propios horrores de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) los que dieron lugar a la creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU). El respeto de todos los derechos humanos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, es uno de los preceptos fundamentales previstos en su Carta.

Según las fuentes históricas, más de diez millones de personas de diversa condición fueron exterminados sistemáticamente por los nazis en la Europa de los años 40. Si bien es cierto que el pueblo judío fue el que sufrió el mayor número de asesinatos (más de 6 millones), también habría que mencionar otros grupos que sufrieron la barbarie nazi: civiles polacos o eslavos, prisioneros de guerra soviéticos, gitanos, discapacitados, disidentes políticos, homosexuales…

¿Y en España, mientras? Nuestro país fue “neutral” en la Segunda Guerra Mundial, ciertamente porque con anterioridad había sufrido un “ensayo” de la misma (1936-1939) en la que ya se dieron algunas prácticas genocidas en su mayoría promovidas por el bando franquista que, con la bendición de la jerarquía eclesiástica y el apoyo logístico-militar del nazismo alemán y del fascismo italiano, se sublevó contra el régimen democrático de la Segunda República. España se tiñó de sangre en una cruenta guerra civil que se prolongó durante años con la represión de la dictadura de Franco.

No se trata de comparar el Holocausto nazi con lo sucedido antes, durante y después de la II Guerra Mundial en España. Pero quizás no deberíamos olvidar que, a modo de “ensayo”, aquí también hubo Holocausto: se produjeron asesinatos del mismo calibre, exterminios de grupos selectivos, campos de concentración de miles de prisioneros del bando republicano (el extremeño de Castuera es una constatacion irrefutable), fusilamientos masivos de civiles (la “matanza” de Badajoz, también dejó huella), persecución y represión de personas inocentes, etc. Y no sólo esto… También hubo españoles víctimas directas del Holocausto nazi: los casi 300 republicanos extremeños que murieron en el campo de concentración nazi de Mauthausen-Gusen entre agosto de 1938 y mayo de 1945 son fiel ejemplo de ello…

Hoy, casi 7 décadas después, a nadie se le escapa lo acaecido en aquellos fatídicos años de guerra en Europa y el mundo, los métodos de represión y aniquilación de millones de personas, el imperio del odio y la intolerancia… También hoy, en pleno siglo XXI, aún hay quienes reniegan de su pasado más inmediato, nadan a contracorriente y pretenden borrar de la memoria colectiva estos crímenes de humanidad, evitar que se resarzan a aquellos ciudadanos que sufrieron estos hechos.

No creamos en la ajenidad de esta barbarie, ni en la lejanía en el tiempo. Pensemos que lo que ayer vivieron de cerca nuestros abuelos, lamentablemente hoy lo viven muchos de nuestros congéneres en otras partes del mundo en menor o igual medida. Luchemos contra todo tipo de intolerancia e intransigencia, sin pudor a recordar y difundir las lecciones de Historia que aprendimos en la escuela.

Sería oportuno terminar con las sabias palabras que el reverendo Martin Niemöller dirigió a los fieles en su sermón de la Semana Santa de 1946 en Kaiserslautern (Alemania):

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío.

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

4 comentarios:

Juan Antonio Doncel Luengo dijo...

Este post es muy emocionante. Felicidades.

Juan Miguel Méndez Peña dijo...

Gracias, Juan Antonio. Con este tipo de reflexiones no pretendo "emocionar" a nadie, sino REMOVER CONCIENCIAS. Si todo el mundo pensara un momento en la fugacidad de la vida y en la inutilidad de la maldad humana, todo nos iría mucho mejor a todos. Un saludo.

María de Gracia dijo...

La verdad es que me ha gustado mucho la reflexión que has hecho sobre el tema, precisamente ayer me quedé un poco pillada cuando en el metro me encontré a un hombre tocando la BSO de la Lista de Schindler con un violín. Si te gusta el tema te sugiero que te leas "Sin Destino" de Imre Kertzek, no sé si lo conocerás, pero es el holocausto visto desde lo ojos de un chico húngaro de 15 años que fue enviado a Mattahusen. Besos y suerte con los exámenes!!!

Juan Miguel Méndez Peña dijo...

Me gusta que te haya gustado ;). Mujer, gustarme, lo que se dice "gustarme el tema", no; simplemente tengo presente nuestro pasado más inmediato para entender nuestro presente... Tendré en cuenta tu recomendación literaria y apuntaré el título de ese libro en mi larga lista de lecturas pendientes, JEJEJE. Yo también te recomiendo dos que acaban de presentarse aquí en Extremadura: "Cruz y Caudillo. Campo de concentración de Castuera", de Antonio López, historiador amigo mío, y "La primavera del Frente Popular. Los campesinos de Badajoz y el origen de la guerra civil (marzo-julio de 1936)", de nuestro Francisco Espinosa.

Sin más, suerte a ti también con tu tarea. Bss!