lunes, junio 26, 2006

España y la integración en Europa


Hoy hace exactamente una semana que tuvimos la oportunidad de oro de asistir al encuentro sobre el futuro de Europa “La Europa social y de los ciudadanos” que se celebró en el Monasterio de Yuste en la víspera de la entrega del Premio Carlos V 2006 al ex canciller alemán Helmut Kohl. Ese día, seis estudiantes de la Universidad de Extremadura pudimos cambiar impresiones con personalidades relevantes en el proceso de construcción de la Unión Europea como Felipe González, Jorge Sampaio, José Saramago, Marcelino Oreja, Alejandro Cercas, Paul Preston, Abram De Swaam, etc. Segundo Píriz, nuestro Vicerrector de Relaciones Institucionales y Coordinación, realizó una intervención dentro de la ponencia “La voz de la sociedad civil europea sobre el futuro de Europa”, basándose en parte de la aportación que desde la perspectiva de un estudiante universitario le facilitamos previamente.

Creo que con la realidad social europea en el marco mundial actual la mera unión económica y mercantilista es insuficiente; esto nos tendrá que obligar a dar un paso más hacia la mutua comprensión y una posible unión político-institucional en el horizonte temporal. Esta necesidad en términos absolutos, compartida por casi todos e incomprendida por muchos, no debería ser la bandera enarbolada sólo por la clase dirigente (que suele ‘nacionalizar’ logros y ‘europeizar’ fracasos); los cambios deben tener su origen en la base social y no en la cúspide que la rige, ya que tomar decisiones de espalda a la ciudadanía a modo de ‘despotismo ilustrado’ sería engañarnos a nosotros mismos… Por ello, hace falta una concienciación general de la ciudadanía sobre esa necesidad de avanzar en la misma línea hacia una mayor unión política, para ser más competitivos en este mundo globalizado, para que las generaciones venideras puedan asumir unos retos que difícilmente podrán superarse en el marco claramente en decadencia del sistema actual (la ‘dulce decadencia’ a la que se refiere Felipe González). Puede resultar una tarea difícil, pero no imposible…

La integración europea, la “entrada en Europa”, fue muy reivindicada por lo que suponía en unos tiempos en que España era la antítesis de la Europa democrática y liberal. La generación de jóvenes actual parece creer que esto siempre existió en nuestro país, que es una situación inherente a nuestra “tradición” democrática y en la que existe una serie de derechos adquiridos que nunca van a vulnerarse; pero lo cierto es que ha supuesto mucho esfuerzo en todos los ámbitos conseguir estos logros y que es importante estar siempre alerta para conservarlos y ampliarlos. La asimilación general de los valores del europeísmo es la clave para dar pasos en positivo.

Quiero ser optimista. Tengo la esperanza de que en un futuro no muy lejano puedan superarse las dudas existenciales de los españoles y de buena parte de la clase política (¿quiénes somos?, ¿cómo nos definimos?, ¿hacia dónde vamos?, etc.), propias de una mentalidad decimonónica; confío en que las reformas estatutarias en las que nos hemos embarcado, también vitales para fortalecer el sistema jurídico estatal, no obstaculicen ni retrasen nuestra plena integración en Europa.

Mientras tanto, esta sociedad ‘anestesiada’ bien podría despertar de su ombliguismo y mirar más allá de nuestras fronteras…

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