sábado, febrero 09, 2008

Los 'números dos' del PP (I)

Esta semana se han publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) todas las candidaturas presentadas al Congreso de los Diputados y al Senado para las elecciones generales del próximo 9 de marzo.

Poco se ha especulado en los últimos meses sobre quiénes encabezarían las listas por los dos partidos mayoritarios en cada provincia. Eran más que previsibles las candidaturas al Congreso de María Antonia Trujillo (PSOE) y Carlos J. Floriano (PP) por Cáceres; un poco más de sorpresa despertó la de José Alberto Cabañes (PSOE) y la de Mariano Gallego (PP) por la circunscripción de Badajoz. No obstante, en el caso del Partido Popular eran de esperar esas nominaciones: había que buscar una salida política “digna” al líder regional que, al igual que sus antecesores, se marcha a Madrid tras intentar en vano alcanzar la presidencia de la Junta de Extremadura; y parece que también intentan apuntalar los resultados electorales del PP en la provincia pacense colocando como cabeza de lista al alcalde de Don Benito que, con su edad y estado de salud, mantiene uno de los principales bastiones ‘populares’ en la provincia.

Sin embargo, siempre el sustrato de una lista electoral para el Congreso también se ha cotejado según quienes van de número dos en ella. El PSOE ha situado en ese puesto al dirigente de Juventudes Socialistas Carlos Trujillo (por Cáceres), y al veterano diputado y experto en economía y presupuestos Francisco Fernández Marugán (por Badajoz). Por el contrario, el Partido Popular ha decidido situar en los segundos puestos al cacereño Amador Álvarez Álvarez y al pacense Alejandro Ramírez del Molino Morán. A pesar de las declaraciones de la cúpula del PP regional, que no se han sonrojado al calificarlos como “de confianza de los ciudadanos”, quizás convendría hacer un breve perfil sobre la trayectoria de cada uno de ellos para cerciorarnos de lo contrario.

Amador Álvarez Álvarez, a punto de cumplir 63 años, lleva la friolera de 28 como alcalde de Carrascalejo de La Jara (Cáceres), pequeño municipio de menos de 400 habitantes aún muy marcado por la Guerra Civil, desde que provocara una emigración atroz y una división social que aún perdura. Don Amador (es así como le llaman en el pueblo) ha venido siendo a la vez director y maestro del colegio público de la localidad, y en el que su esposa también impartía clases hasta que se cerró porque paulatinamente todos los niños se han ido matriculando en el colegio de una localidad vecina. Don Amador también es diputado en el Congreso desde 1993, siendo cabeza de lista por Cáceres en 1996, 2000 y 2004. Por lo que he podido comprobar personalmente, en el pueblo se le considera como a cualquiera de los alcaldes franquistas que le precedieron: sus partidarios (168 votos en 2007) le veneran y le agasajan como si de un cacique decimonónico se tratara; sus detractores (149 votos del PSOE en 2007) se esfuerzan por denunciar sus abusos de poder, su autoritarismo y egocentrismo innato, sus amenazas epistolares a los vecinos que discrepan, sus incumplimientos políticos, etc. Don Amador, al que finalmente han terminado apodando “El Dictador de La Jara”, gobierna el pueblo de Carrascalejo como un cortijo de los años 50-60, alimentando la fuerte división social existente y apoyándose en ella para mantenerse en el sillón del Ayuntamiento que utiliza como trampolín político.

Por su parte, Alejandro Ramírez del Molino Morán es toda una institución en la ciudad de Badajoz. Regenta una de las farmacias más nombradas de la capital, sobre todo en las letras que cada año le dedicaban las murgas del Carnaval pacense. Ya tuvo antecedentes políticos en su familia: su abuelo, Anacleto Morán Periáñez, fue el alcalde derechista en el municipio de Alconchel en 1934 y durante la Guerra Civil. Aún le recuerdan con amargura muchos ancianos, víctimas y testigos de la represión franquista: ”Que Dios lo tenga en la gloria…”, me apuntan con sarcasmo algunos de los que se resisten a perder la memoria colectiva. No obstante, el nieto supo respetar la legalidad constitucional y los procedimientos democráticos y comenzó a hacer sus pinitos en política de la mano de Miguel Celdrán en su carrera hacia la alcaldía de Badajoz. Cuatro años en la oposición y 12 en el gobierno municipal (1991-2007) hicieron que al entrar en el Ayuntamiento “hasta los cuadros se arrodillaran ante él”, por ser el todopoderoso primer teniente de alcalde y el concejal con más responsabilidades del consistorio. Junto con su compañera de filas, Cristina Herrera, ha protagonizado los episodios más turbios y bochornosos de la gestión municipal del PP, como el de la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de la capital pacense, criticado por el PSOE local por tener “claros tintes especulativos” y por el que parece ser que el propio Ramírez del Molino salía “casualmente beneficiado” por ser propietario en ese momento de terrenos en la carretera de Olivenza por los que se expandirá la ciudad. Pero esto parece olvidarse, al igual que sus pulsos y constantes rifirrafes con el malogrado Nicasio Monterde, anterior edil de Hacienda y Patrimonio. Y en 2007 decide no repetir como concejal en Badajoz y se pone “a disposición del Partido” para ser candidato al Congreso de los Diputados… ¿Huye de la quema? ¿O es que quiere morir con las botas puestas?

En definitiva, esta es una pequeña muestra del elenco de dirigentes del Partido Popular que aspiran a representar los intereses de los extremeños. Sus trayectorias tienen un común denominador: pertenecen a la derecha más rancia, ominosa y caciquil, al sector más ultra-conservador, intransigente y oligárquico del PP. Y no se trata de tomar como base sus raíces sociales y familiares, porque no son culpables de los “pecados” que originariamente pudiera haber cometido cualquier miembro de su extirpe, sino la actitud y forma de proceder en la vida pública que han heredado, su concepción de la política como instrumento para mantener privilegios y no para eliminarlos, su utilización despótica del poder, evocando los tiempos más grises de nuestra historia.

Estos, que criticaron hasta la saciedad a Juan Carlos Rodríguez Ibarra por contar con la confianza y fidelidad de la inmensa mayoría de los extremeños durante 24 años, ahora se esconden detrás de los cabezas de cartel para mantenerse en la poltrona o seguir medrando. Muy mal tienen que andar en el PP de Extremadura para no prescindir de líderes que no tienen ni solidez ni carisma, que se resisten a la renovación orgánica por temor a perder su estatus social, o que están de retirada por ser unos perdedores en sus respectivos ámbitos.

Dedicaría unas líneas más al flamante fichaje como ‘número dos’ de Mariano Rajoy, el aprendiz de Ministro de Economía, Manuel Pizarro Moreno. Pero la trayectoria de esta eminencia merece ser objeto de un análisis más exhaustivo en otro artículo o… tesis doctoral.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien dicho juan miguel

Juan Miguel Méndez Peña dijo...

Gracias por el cumplido. Me imagino que viene de alguien de Carrascalejo de la Jara, pueblo insigne donde los haya, pero que no merece al alcalde que tienen. Gracias, a quien sea, por seguir mi blog. Un abrazo.