jueves, mayo 01, 2008

1º de Mayo, día reivindicativo

Desde su establecimiento, la jornada del Primero de Mayo ha sido considerada como la fiesta por antonomasia del movimiento obrero, de la izquierda política y social, de los sectores progresistas en general... Se trata de un día en el que suelen aflorar las reivindicaciones sociales de cada momento y en que, a veces, también se aprovecha para hacer gala del camino recorrido para "justificar" de alguna manera que aún no se haya acometido el que queda por recorrer.

El autobombo y la autocomplacencia; estos son los errores en los que a veces solemos caer y que nos hacen desvirtuar la verdadera razón de ser de la Fiesta del Trabajo: la de mostrar nuestro incorformismo con las desigualdades y las injusticias sociales, a la par que reivindicar un modelo de convivencia mejor en el que se respeten los derechos y libertades civiles. Dejemos de mirarnos el ombligo, aunque sea por un día, y salgamos a la calle para hacer oír nuestras voces contra la precariedad en el empleo, las vulneraciones de los derechos laborales, las desigualdades de todo tipo en el trabajo, etc.

Pero también hoy es un día en el que tradicionalmente los socialistas hemos salido a la calle contra cualquier tipo de acción violenta (las guerras, atentados terroristas, etc.). Por ello quizás hoy convendría recordar a los terroristas de ETA que no vamos a amedrentarnos ante sus amenazas y atentados y mostrar nuestra solidaridad y apoyo a la sociedad vasca, sobre todo, que tan de cerca vive la violencia. Resulta paradójico pensar que, mientras que en Extremadura hoy saldremos a la calle pacíficamente y sin temor a represalias, en el País Vasco la mayoría de sus ciudadanos no pueden ejercer libremente este derecho por miedo al terror...

En cualquier caso, esta será para mí la primera vez que celebre el Primero de Mayo manifestándome. Sé que este día tampoco debe perder su carácter lúdico-festivo, pero no olvidemos el tiempo en que las distintas ramas del socialismo (político y sindical) eran una piña y apartaban sus legítimas -aunque no siempre comprensibles- rivalidades para luchar por una sociedad más libre, próspera e igualitaria. ¡TODOS/AS A MÉRIDA!

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